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En mi experiencia, el nacimiento de un bebé muerto puede pasarle la factura a las relaciones. Puede ser particularmente difícil dentro de la relación de la pareja. Para mí, justo después de la muerte y nacimiento de Rafael estaba pasando tanto al nivel emocional para todos alrededor de nosotros. Cada persona estuvo procesando el choque, el duelo y solidaridad de forma propia y a su propio ritmo. Y nuestros procesos tuvieron encuentros íntimos entre ellos, se entrelazaron y a veces chocaron… hasta el punto en que a veces fue difícil saber a quién pertenecían cuáles sentimientos. Al fin de cuentas, hubo una emoción que se profundizó y un campo que se amplió entre Yeyo y yo: el AMOR.
En aquellos momentos preciosos que tuvimos a solas ese día cuando regresamos del consultorio, el 30 de julio de 2018, nos recuerdo acostados lado a lado en nuestra cama, el pequeño cuerpo de Rafa dentro de mí… entre nosotros. Mi esposo me miró a los ojos y dijo, “A pesar de todo, nos tenemos uno al otro. Y te amo más que nunca.” No creo haber podido sobrevivir estos últimos ocho meses y medio sin la constante corriente de amor y apoyo que recibí de mi ser más querido.
Sufrí de insomnio durante muchas noches después del parto. Dormía unas horas y luego me despertaba, no podía apagar mi mente. Me sentía angustiada. Atormentada. En una de esas noches, mientras regresaba a mi cama a las horas más oscuras de la madrugada, pasé por el altar de Rafa, donde habíamos colocado esta foto de él:
En medio del delirium y la miseria nocturna me llegó un pensamiento muy claro: “Nuestro amor le creó. Creó a él… esta perfección. Hemos sido honrados con la llegada de este ser.” Es un pensamiento que me ha revistado de vez en cuando durante estos últimos meses. Me sigue abrumando y sorprendiendo que el milagro de la concepción sea algo posible y real.
Yeyo y yo somos bendecidos. Nuestro amor creció y nos ayudó durante este tiempo. Conozco muchas parejas que no sobrevivieron la partida de un bebé. Es bastante dura esta vivencia y no es sorprendente que haya parejas que no pueden sostener el dolor. Y nuestro amor continua en su profundización y crecimiento. El mes pasado al finalizar el proceso de la aspiración, gire para ver la cara de Yeyo y le dije: “Pues, todavía nos tenemos a nosotros.”
Me siento dichosa por el nuevo lema de nuestra relación: “Amándonos más y más cada día.” Las cosas no son perfectas de ninguna manera; hemos transitado momentos muy difíciles en este último año. Y también pasamos por varios retos el año previo a la concepción, gestación, muerte y nacimiento de Rafa. Confío en este amor. Sé que me puede sostener… sostenernos… y a los que nos rodean. Y sé que puede crear más vida… en muchas, muchas formas.
Triste y hermoso a la vez… Soy madre y m pongo en tu lugar.. Mi primer hijo lo perdí en un aborto espontáneo con 2 meses y medio d gestación y m dolió profundamente porque lo amaba con locura y era muy deseado, así q perderlo al nacer y tenerlo en tus brazos tiene q ser una sensación terrible… Pero el amor lo puede todo 😉 Besos y abrazos d luz 💖
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Gracias, Luz. También Yeyo y yo perdimos un bebé a las 12 semanas hace 3 meses. Es duro esta pérdida también… y diferente que la experiencia que tuve con Rafael. Muchos aprendizajes.
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🙂
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