Tratando de Ser Puente

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¿A dónde vamos desde aquí? Porque me siento un poco perdida después de estas últimas semanas de subibajas emocionales, de escritos y reflexiones sobre asuntos tan cerca de mi corazón y tan difíciles de articular; tal vez recordar la historia de mi embarazo me ayude a orientarme un poco. (Esto no quiere decir que ya no tenga muchas subidas y bajadas de ánimo, situaciones, sentimientos y pensamientos extraños, pero regresemos a eso más tarde).

Una de mis pasiones en la vida es hacer conexiones. Particularmente, me encanta crear las condiciones para lograr conexiones inesperadas entre las personas. Creo que las relaciones humanas honestas, confiables, recíprocas son magia verdadera. Cuando podemos compartir algo de lo que somos y cómo vemos el mundo de una manera auténtica, especialmente a través de la distancia y la diferencia, se hace posible algo que antes no lo era. Creamos nuestros futuros al relacionarnos, colaborar, hablar con la verdad y al poner a un lado nuestros egos.

Aerin_Lúa

Hace casi un mes, mi amiga Diana tuvo una niña increíble llamada Lúa. Fui a conocerla y llevarles unas galletas de chispas de chocolate justo un par de días después del nacimiento. ¡Fue sorprendente! Diana y yo descubrimos que vemos a la misma ginecobstetra. Mientras notábamos estas conexiones y hablábamos sobre nuestras experiencias del embarazo y el dar a luz, recordé de una aspiración que tuve en los primeros meses: ser un puente entre el mundo alopático tradicional de la obstetricia y la ginecología y el mundo de la partería, el nacimiento en casa y las medicinas “alternativas”.

Honestamente, esta aspiración ni siquiera se me hubiera ocurrido si no fuera por la curiosidad y la apertura de mente de nuestra doctora. Es un practicante joven en Oaxaca con una impresionante energía positiva y un estilo impecable. A pesar de que su educación y experiencia profesional la han encaminado por la senda bastante común de la medicina alópata, ella se ha interesado por prácticas “alternativas” no farmacéuticas y no invasivas para la salud de las mujeres. He visto a esta ginecóloga por casi dos años y medio. Originalmente fui a consultarla sobre tratamientos de fertilidad. Ella sabía desde hace tiempo que soy maestra de yoga y que Yeyo y yo a menudo recurrimos a plantas y otros remedios naturales antes de optar por una solución farmacológica.

Al principio de mi embarazo, era común que la doctora me mandara a casa después de cada visita con dos o tres recetas. La mayoría de ellas eran “por si acaso”, por si acaso te da nausea… en caso de que tengas más agruras… en caso de que empieces a sangrar. Muchas veces ni las surtía. Para nuestra segunda revisión, empezamos a hablar de opciones para ofrecer a sus pacientes que ella considerara podrían beneficiarse con abordes alternativos. Quería saber sobre la comunidad de partería, sobre círculos para mujeres embarazadas, yoga prenatal y masajes, hierbas, acupuntura. Le interesaba todo aquello.

Yeyo estuvo muy involucrado durante la formación de una de las más reconocidas escuelas de partería en Oaxaca, entonces teníamos mucho que compartir. Nos reunimos con nuestra doctora para tomar un té en enero. Hablamos sobre la escuela, la currícula, sus fundadoras y la lucha que estas mujeres han dado para mantener su legitimidad, a pesar de que en esta región las sabias mujeres curanderas continúan practicando y recibiendo bebés como lo han hecho por siglos. Le hice una lista de recursos con todas las parteras, dulas, masajistas, maestras de yoga, acupunturistas, herbolarios, de los cursos, clases y círculos para mujeres embarazadas y lactantes que conocía. Pensé que sería genial que más del mundo doctors and midwivesmédico alopático apoyara la idea de nacimientos en casa, hierbas, trabajo energético y de respiración y el acompañamiento general para las embarazadas. En la ciudad de Oaxaca sólo hay un puñado de doctores que están dispuestos a trabajar con parteras.

Más o menos al mismo tiempo que comenzamos este diálogo, tuve mi primera cita con una partera. Fue larga, casi dos horas de hecho. (Más tarde descubrí que las parteras suelen trabajar a su propio ritmo. Supongo que esto se vuelve muy conveniente cuando un parto pasa ya sea muy rápido o sea que toma muchos días. Me sentí un poco intimidada cuando salí de la primera cita. Me dieron opciones para mi embarazo: liderado por doctor, apoyado por partera; ambas partes doctor y partera trabajando en tandem; liderado por partera, apoyada por doctor. Me quedó muy claro que las parteras y los obstetras tiene dos visiones totalmente diferentes. Sentí un poco de sospechas sobre mi doctora, no muy clara de por qué estaba tomando progesterona, convencida de que no estaba comiendo la dieta adecuada para el embarazo y casi 100% segura de que no nos iba a alcanzar para tener ambas, doctora y partera.

En las semanas siguientes tuve algunos otros encuentros con la comunidad de parteras en Oaxaca. Asistí a un par de círculos de diálogo/apoyo para mujeres embarazadas y salí exhausta la primera vez y un poco enojada la segunda. (Parte de esto, lo sé, tiene que ver con el hecho de que soy anfitriona y facilitadora de conversaciones y que la forma en que se llevó el círculo me pareció retadora). Reconozco que las parteras en todos lados han tenido que luchar y proteger su práctica ante la hegemonía del régimen alópata y sus tratamientos, ante sistemas de creencias y prácticas patriarcales de la mayoría de los partos en hospitales. Sin embargo, de cierto modo, siento que esta lucha por proteger y defender la partería realmente ha cerrado la posibilidad para una mejor y más fructífera colaboración en el futuro con la comunidad de médicos alopáticos.

Había en uno de los círculos una pareja joven que también veía a la misma doctora que nosotros. Mencionaron que a pesar de que estaban planeando un parto en casa, querían que la doctora estuviera ahí. Sentí que las parteras que facilitaban el círculo estaban muy preocupadas con esta idea. Me pareció que tomaban una posición a la defensiva, diciendo claramente, “Si quieres tener un médico presente en el parto en casa, debes entender para qué está presente, cuál será su papel. Baby in PotDebe haber claridad sobre quién está a cargo del proceso, quien tiene la autoridad”. Realmente comulgo con la mayor parte de lo que se dijo, fue más el tono lo que me pareció retador. Pareciera que las parteras tienen muy poca curiosidad sobre qué beneficios como comunidad tendrían si tuvieran más aliados alópatas. Todo esto me pareció un poco sorprendente por la apertura y curiosidad que había presenciado en mi doctora.

Me establecí con una partera algunos meses después: una conocida y una de las maestras de nuestro curso de preparación de parto. Ella es una persona muy calmada y compasiva. Consideré su confianza tranquilizadora y su amplia gama de sabiduría, desde acupuntura y medicina China, hasta flores de Bach y hierbas locales. ADEMÁS, seguí viendo a mi doctora y una especialista en ultrasonido bastante regularmente. Durante el sexto mes, mandé un correo electrónico presentando a mi partera y a mi doctora. Ninguna dijo que era necesario conocerse en persona, pero quería que tuvieran un medio para comunicarse por si hubiera necesidad. Y se conocieron. Se conocieron en el consultorio de mi doctora cuando la partera acompañó a una madre a una cita pediátrica. Mi doctora también había tenido contacto en otros partos con algunas de las personas en mi equipo de partería. Parecía que estaba teniendo realmente algunas experiencias de primera mano en el mundo del parto natural.

Por desgracia, la siguiente vez que mi doctora y mi partera se encontraron, fue el día anterior al nacimiento de Rafael, el día que no encontramos el latido del corazón con el Doppler en la oficina de mi partera y nos apresuramos hacia la clínica … Hospitaldonde el ultrasonido tampoco detectó un latido. Ante esto, pregunté “¿y ahora qué?” La doctora dijo que todavía podía parir en casa si así lo deseaba. Me explicó que podía inducirme con Misoprostol pero que el trabajo de parto sería muy doloroso y potencialmente largo. O, que podían hacerme una cesárea. Mientras salíamos de la clínica, le dije a Yeyo y mi partera que definitivamente quería tener al bebé vaginalmente (o por lo menos intentarlo) y que deseaba que el trabajo de parto fuera en la casa, pero el parto se llevara a cabo en el hospital.

Así que, al final, mi doctora estuvo en el nacimiento. Mi trabajo de parto fue muy corto (y muy doloroso, como me lo advirtieron). Rafael estaba ya encajado en el canal de parto cuando llegamos al hospital. La doctora llegó después de que ya estaba pujando, por lo que no hubo ninguna intervención alopática posible (sin embargo, hubiera dado lo que fuera por una epidural en cualquier momento durante la última hora del trabajo de parto). Se sentó en silencio en el sillón al fondo del cuarto, usando un atuendo en el que nunca la había visto antes: sus ropas de parto. Su cabello estaba recogido con una banda y un sweater ligero cubría la piyama quirúrgica. Dejó que las parteras, mi dula y Yeyo se encargaran de todo.

Cuando regresó a revisarme varias horas después del alumbramiento, estaba vestida de vuelta como de costumbre: maquillaje, un vestido colorido a la moda y tacones discretos. No dijo mucho. Me explicó que pensaba que Rafa murió por una lenta fuga de líquido amniótico que no fue detectada a tiempo. Me dijo que podía regresar a casa esa tarde y me recordó que teníamos que revisar la hiperplasia que se me había detectado cuando me removieron pólipos del útero el año anterior. Eso fue todo.

Porque Rafael murió, siento que fallé de muchas maneras. Siento que decepcione al mundo. También pienso que mi aspiración de juntar a los practicantes de medicina alópata con parteras, dulas y otras comunidades “alternativas” en el campo del embarazo y el parto falló. Estaba segura de que mi ginecóloga se alejaría de la posibilidad de trabajar con parteras por la forma en que las cosas resultaron en mi caso. Sentí que fue mi culpa que nuestro hijo muriera porque cuando tuve un pequeño escurrimiento de lo que pudo haber sido líquido amniótico fui con la partera en vez de al ultrasonido. Sentí que fallé en mi intención de ser un puente entre estos dos mundos.

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Platiqué mucho con mis parteras y dula y también con Yeyo después del parto. Me compartieron sus impresiones de la experiencia. Pero cuando fui a ver a mi doctora de nuevo, como a las seis semanas, no dijo nada sobre la muerte de nuestro bebé. Ni siquiera un “lo siento”. Esto fue terriblemente doloroso para mí. Sentí que la experiencia de haber estado embarazada y de parir fue completamente negada. Siguiendo el consejo de mi maravillosa terapeuta y de mi mamá, no me rendí. Tengo una relación lo suficientemente cercana con mi doctora para buscarla después de un rato y decirle: “Oye, cuando no mencionaste nada sobre la muerte de Rafael… realmente fue duro para mí”. La invité a ir por unos tragos para platicar sobre ello.

El mes pasado nos juntamos y tuvimos una gran charla. Me explicó que no sabía cómo estaba yo emocionalmente y no quería arriesgarse a alterarme al traer a colación la muerte y el nacimiento de nuestro hijo. Le platiqué lo fuerte que fue para mí que no mencionara lo que había pasado, especialmente porque ella había estado presente en el parto. Entendí que su formación y su entorno a lo mejor le dificultaban hablar de lo que pasó. Le pregunté sobre cómo había experimentado el parto de Rafa. Me contó que el puñado de nacimientos atendidos por parteras en los que ha estado presente (incluyendo el mío) han sido un parteaguas para ella. Ha sido testigo de cómo las madres parturientas pueden ser las protagonistas de su experiencia y le está ayudando a entender cómo es que se puede apoyar de verdad el proceso de traer la vida a este mundo de una forma más compasiva y humanizada.

A pesar de que ahora entiendo un poco más el por qué mi doctora no mencionó nada sobre la muerte de Rafa, siento que siempre es mejor preguntar a padres en duelo cómo nos estamos sintiendo, y si queremos hablar sobre nuestras experiencias de muerte prenatal o de abortos espontáneos o de la muerte de un infante, en vez de tratar de “protegernos” al no mencionarlo del todo. Si me siento muy sensible o no quiero hablar sobre ello, siempre puedo decirlo. Pero decidir no preguntar me parece una negación de mi experiencia y eso duele. Lo dije en el primer post que escribí en Facebook en septiembre y lo reitero aquí: por favor pregúntame sobre Rafa, sobre mi embarazo, sobre el duelo, el proceso. Tu curiosidad me mantiene viva y presente en mi sanación. Por esto, estoy muy agradecida.

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Al final, traté de ser un puente entre dos formas distintas de ver el mundo, de crear la oportunidad de mayor apoyo y solidaridad entre doctores, enfermeras, trabajadores de hospitales y dulas, parteras, masajistas prenatales e instructores de yoga. De lo que me doy cuenta ahora, sin embargo, meses después de la muerte de mi hijo, es que no puedo hacer el trabajo de puente yo sola. No es una labor heroica y egocéntrica. Sólo podemos crear conexiones de este tipo a través de la voluntad y la apertura de mente de muchas personas. Espero que el número de parteras abiertas a colaborar con obstetras y el número de médicos dispuestos a apoyar partos naturales en casa, a dulas y a parteras se multiplique en los años por venir. Reconozco que la colaboración es un reto, especialmente cuando involucra dos perspectivas muy diferentes y aparentemente opuestas. Pero estoy convencida de que mujeres, bebés, padres, doctores, familias, enfermeras, parteras, personal médico y muchos más podemos beneficiarnos de mayor cooperación entre estos dos mundos. Creo que esto sólo puede llevarnos a más opciones para las mujeres y familias, lo que me parece que sería benéfico para todos nosotros.

Foto de portada del sitio web de Jacobo y María Ángles, artesanos de alebrijes en Oaxaca.
Arte gráfico por Eric Pezos Vásquez.
Foto final por Bigga Appes.
Traducción por Compayeyo.

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