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En mi experiencia, el nacimiento de un bebé muerto puede pasarle la factura a las relaciones. Puede ser particularmente difícil dentro de la relación de la pareja. Para mí, justo después de la muerte y nacimiento de Rafael estaba pasando tanto al nivel emocional para todos alrededor de nosotros. Cada persona estuvo procesando el choque, el duelo y solidaridad de forma propia y a su propio ritmo. Y nuestros procesos tuvieron encuentros íntimos entre ellos, se entrelazaron y a veces chocaron… hasta el punto en que a veces fue difícil saber a quién pertenecían cuáles sentimientos. Al fin de cuentas, hubo una emoción que se profundizó y un campo que se amplió entre Yeyo y yo: el AMOR.