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Tengo una práctica medio rara que hago al principio del año. Hace tiempo, una amiga me platicó sobre las Cabañuelas: en algunos pueblos de Oaxaca existe la creencia de que uno puede saber un poco sobre cómo va a estar el año que empieza prestando atención a lo que pasa en los primeros doce días de enero. Cada día corresponde a un mes. Me gustó la idea de sembrar intenciones o entender mejor que podría esperar durante el año simplemente por estar más atenta durante sus primeros días. Entonces, desde 2015 he estado escribiéndome una intención mensual entre el 1 y 12 de enero.
Pero desde la muerte de Rafa el tiempo es diferente –ya no lo vivo simplemente como una herramienta para marcar una ocurrencia o evento en específico– . Aunque me gustaría creer que es así: divisible, limitado, lineal… siento que no es tan sencillo. Ahora experimento el tiempo lineal como una trampa. Cuando abrí mi agenda en el mes de diciembre este año, leí la intención y reí de mí misma con cinismo. Decía: “Enjoy the moments of feeling good and wellbeing. It is a time to celebrate a wonderful, magical year.” (Disfruta los buenos momentos y sentimientos de bienestar. Es el tiempo de celebrar un año mágico maravilloso.)
Debajo, en lápiz, me escribí una nota de respuesta: “Fuck you, former self.” (¡Jódete! yo anterior.)