El dilema interior/exterior

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Escuché que algunos de mis amigos han tenido dificultades con las últimas líneas que publiqué aquí. Eso tiene sentido. No están muy seguros de “que hacer” con lo que compartí. Sé que mis familias de origen y elección quieren ofrecerme su consuelo y apoyo. Y dije que no quería hablar al respecto. Que no quería ser abrazada. Y no quería. Estaba emputadísima cuando escribí todo eso. Y sigo enojada. Y, ese fue un momento que vino y se fue. Estoy en un lugar diferente ahora. Cual es ese lugar, no estoy muy segura. Pero estoy lista para hablar de ello… un poco.

No he tenido mucha oportunidad de relajarme y procesar el nuevo dolor de perder otro bebe. Solo he tenido que (o elegido) trabajar. Sabía hace mucho que este tiempo iba a ser extremadamente lleno e intenso, pero nunca habría adivinado la pesadez, agotamiento y tristeza que se volvería el telón de fondo de mi vida. Mi adicción al trabajo ha sido totalmente un mecanismo para sobrellevar las cosas desde el primero de marzo. Y ahora, estamos en Sudamérica. Más trabajo… y ojalá un poco de espacio para procesar y sentir… ojalá un poco de tiempo para conectar conmigo misma. Supongo que ya lo veremos.

Escuchar sobre la forma en que mi último texto impactó a la gente me tiene pensando sobre el fuerte tema que estuvo presente a lo largo de mi embarazo con Rafa y en el tiempo de su muerte, nacimiento, en el periodo que le siguió y ahora, con esto. Se siente como que está en todo. Y es curioso porque a pesar de su naturaleza ubicua, en este momento no sé como nombrar a este tema. Supongo que tiene muchas facetas:

  • ¿Cuánto me preocupa lo que otras personas piensen de mi?
  • ¿Cómo lo que el mundo exterior piensa o siente que es lo adecuado/bueno afecta mis pensamientos y acciones?
  • ¿Qué tan seguido mis acciones están basadas en lo que yo realmente quiero desde mi interior, sin ocuparme de cómo pueda parecer a otros?
  • ¿Cuánto hago en mi vida para obtener la aprobación o el aplauso del mundo externo? ¿Cuánto hago por mi misma basada en lo que intuyo o sé que necesito?

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Si hubieran hablado conmigo cuando era adolescente, les habría dicho que no me importaba PARA NADA lo que los demás pensaran de mi. Hasta cierto punto, eso era cierto entonces. Y, hasta cierto punto, hay aún una vena de verdad en esa aseveración. Casi siempre hago lo que yo quiero. Externamente, no diría que soy una gran fan de seguir códigos sociales de conducta específicos o normas que pudieran considerarse “obligatorias” en el sistema dominante.

La experiencia de embarazarme inesperadamente a la edad de 43 años, de llevar al bebe a término y luego perderlo inesperadamente por razones desconocidas, ha abierto mis ojos a la realidad de como me afecta profundamente lo que el mundo exterior piense de mí y mi vida. Estoy aprendiendo que mi preocupación a cerca de lo que “ellos” (los que están “allá afuera”) piensen de mi es un tema mucho más complejo y multiestratificado de lo que me había dado cuenta.

Era un tema real desde los inicios de mi primer embarazo. Se sentía extraño mantener esa noticia tan emocionante sólo para mi. No soy muy buena para mantener cosas para mi misma. Amo hablar con mis amigos y familia de lo que está pasando en mi vida a múltiples niveles. Entonces, cuando era “tiempo” y “estaba bien” empezar a decirle a las personas que estábamos embarazados, eso también se sintió raro. Fue realmente en ese punto que comencé a darme cuenta que estaba invirtiendo tiempo y energías en considerar lo que otros sentían y pensaban de que yo estaba embarazada. La mayoría de la gente, por su puesto, estaba simplemente emocionada por nosotros y la noticia los alegró mucho (lo que me hizo sentir maravillosamente).

Los puntos donde estuve más consciente de esto tenían que ver con dos temas fundamentales: mi edad y el sexo del bebé. Recuerdo un momento en particular cuando estaba facilitando e hicimos un ejercicio con el grupo donde teníamos que agruparnos con otros de nuestra misma edad. Me di cuenta que me sentí repentinamente avergonzada de tener 44 años y estar esperando mi primer bebé. Pensé que la gente podría juzgarme por estar embarazada y tener tantos años. En cuanto al género del bebé, me costó mucho trabajo, deseé que no hubiéramos descubierto el género. No fue que me sintiera necesariamente juzgada, pero era lo que la gente preguntaba TODO EL TIEMPO. Le dije a las personas que sabríamos el género del bebé en algún momento, cuando él/ella/elle nos dejará saber. Fue una cosa rara que no supe como manejar con el mundo exterior.

childPero esto no fue nada comparado con como me sentí cuando Rafa murió. Quizá mencioné esto antes, pero cuando regresamos del consultorio antes de que el trabajo de parto comenzara, pedí un círculo de diálogo con mi esposo, las parteras y mi dula. Fui la última en hablar. Comencé diciendo que estaba preocupada sobre lo que la gente pensaría de mi cuando supiera que nuestro bebé había muerto. A mi misma ahora me suena demencial  que esto fue lo que estaba pensando después de sólo unas horas de saber de la partida de este mundo de Rafa. Pero eso fue exactamente como pasó.

Y después fue DURO. Fue devastador tener que decirle a la gente lo que había pasado y enfrentar a las personas que me vendían verduras y jugo en el mercado. Ellas fueron las que yo pensé: “Bueno, debieron haber notado que ya no estoy embarazada. Debieron hacer notado que no tengo a un bebé conmigo. ¿Por qué no dicen algo?” Además del dolor, aflicción y desesperación por la muerte de Rafa, navegar entre lo que la gente pensaba, o estaba diciendo fue problemático, complicado e inesperado. En la raíz de esto está un miedo a hacer que los demás se incomoden. He aprendido que ser un “ buen” ser humano en el mundo significa hacer todo lo que pueda para hacer que los demás se sientan cómodos y contentos. Y allí estaba, enfrentando el nacimiento de un bebé muerto. ¿Qué podía ser mas incómodo que un bebé muerto?

Esa última pregunta parece revelar todavía otra faceta de este complicado asunto: ¿cuánto de todo esto es solo drama? Estas cosas estremecedoras que escribo y digo, ¿son estas sólo patéticas súplicas de atención de mi ego? A menudo pienso en esto cuando comparto algo provocador en los medios sociales, como este último texto. Esto es complicado porque como he dicho muchas veces, lo último que quiero es que las personas sientan lástima de mi o me vean como débil. Y al mismo tiempo veo estas explosiones dramáticas como una forma de decir “Mírenme, pobre de mi”. Algunas veces actúo de la manera que pienso que un papá en duelo por un bebe que nació muerto se debe portar. “Yo” he pasado por tanto, yo merezco sentirme destruida y portarme mal ante los demás por lo que el mundo me ha hecho. Y para ser sincera, es mierda.

Continúo encontrándome atrapada en este dilema interior/exterior con este último embarazo y el aborto espontaneo (¿así se le llama?). Me dio vergüenza haberle dicho a tantas personas al azar antes del segundo trimestre. La historia que me dije a mi misma fue que porque tenía tanto trabajo, le diría a los equipos con los que estaba trabajando para que me ayudaran a cuidarme. Pero no los dejé y no, tampoco me cuide tan bien. Trabajé hasta que estaba exhausta y entonces trabajé un poco más. Ahora siento una gran ansiedad respecto a ser juzgada, especialmente por los doctores y la comunidad médica alopática. Continúo estando extremadamente consciente de la diferencia entre un aborto espontaneo y el dar a luz a un bebe muerto. Es más fácil no hablar del primero y más incómodo cuando no hablas a cerca del segundo.

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Me siento como una fracasada. En retrospectiva, puedo ver la forma en que enterré mi aflicción y duelo por Rafa en la emboscada de esperanza que vino con este nuevo bebé. También había ego. No lo vi entonces, pero ahora estoy consciente de que me sentí en cierta forma revindicada con este último embarazo. Subconscientemente, al concebir nuevamente, estaba probando que podría y sería la mamá de un bebé vivo. El regreso de la decepción. Esta vez, me siento como si me hubiera decepcionado a mi misma más a que a las demás personas en mi vida. Pero decepción es decepción. Apesta.

Principalmente, estas últimas tres semanas, me sentí solo muy, muy cansada. Y bastante destrozada. Vi la forma en que pasé directamente al enojo y furia después del aborto espontaneo (¿?) así como la frívola y enfadada actitid de: “Ya estoy harta de todo esto”. Y realmente he estado tentada de permanecer en ese lugar. Pero las cosas, inevitablemente, se están moviendo.

When Things Fall ApartHace como seis meses, recibí un paquete en el correo desde mi pueblo natal. Era de una querida amiga de nuestra familia, una amante de la escritura, libros y literatura. Me mandó una copia de When Things Fall Apart por Pema Chodrön, una colección de escritos que cambiaron la forma que todos en mi familia vimos el mundo hace como veinte años. Es raro que yo lea un libro más de una vez y pensé, “Eso es extraño, Sally debe saber que ya leimos esto”. Pero el día después de perder al bebé (¿aborto? ¿cómo se llama?) al salir para el aeropuerto eché el libro en mi mochila.

Nunca imaginé que los pensamientos y escritura de Pema serían más significativos para mi de lo que fueron cuando la leí de joven. Pero ahora, después de todo lo que ha pasado en estos ocho meses, When Things Fall Apart me está afectando en formas que nunca pude haber anticipado. Esta familiar (pero ahora distante) forma de ver el mundo ha estado poniendo palabras a las cosas que estoy sintiendo y me está costando expresar, Pema cuenta la historia de llegar a un monasterio que ahora ella dirija, como nada estaba funcionando y ella estaba volviendo locos a todos con su estilo. Y no había nada que hacer al respecto. Era a través de permanecer con lo que era y no tratar de cambiarlo o arreglarlo o solidificarlo en alguna forma de reaccionar o ser, que algo nuevo surgió. Dijo que era “todo a cerca de soltar todas las cosas” y habló a cerca de los letreros que tenía e su pared que decían “Solo hasta el punto que nos exponemos una y otra vez a la devastación puede eso que es indestructible ser encontrado en nosotros”. Así es como me siento. Estoy dejando que lo indestructible sea encontrado en mi.

Darme cuenta de esta preocupación generalizada que tengo respecto a lo que otros piensan de mi y mi propensión para actuar y permitir a mi ego explosiones dramáticas y que buscan atención –y aceptando estas cosas sin juzgar– me permite ser más amigable conmigo misma. Sólo soy humana. Este es un regalo más de estos tiempos tan difíciles. Pema dice, “Que las cosas se derrumben es una especie de prueba y también una especie de cura. Pensamos que el punto es pasar la prueba o superar el problema, pero la verdad es que las cosas no se resuelven en realidad. Ellas se juntan y se desmoronan. Luego se juntan nuevamente y se desmoronan otra vez. Es así. La sanación viene de dejar el espacio para que esto pase: espacio para el duelo, para el alivio, para la miseria, para la alegría”.

Veo que mi reto real ahora es sentir por completo esta pena mientras confío que si me dejo estar total y realmente desconsolada, tanto dentro de mí como ante el mundo “exterior”, cultivaré una relación más tierna con mi ser siempre cambiante y con otros. Es de hecho más que eso: tengo la sensación de una profunda confianza, incluso fe, que el camino de sentir por completo me está conduciendo a un entendimiento más profundo de la vida y lo que significa ser humana. Sólo desearía que no doliera tanto. Porque estar en este dolor es muy incómodo. No estoy acostumbrada a ser la persona que grita y pierde los estribos en la calle o que entra a una panadería sin arrepentimiento con lagrimas rodando por su rostro. Es profundamente incómodo. Y esta es una parte de mi camino ahora mismo.

Nuevamente, para mi, Pema lo dice mejor:

El camino espiritual involucra ir más allá de la esperanza y el miedo, dar el paso en territorio desconocido, continuamente moviéndose hacia adelante. El aspecto más importante de estar en el camino espiritual puede ser sólo continuar moviéndose. ¿Cómo trabajamos con nuestras mentes cuando encontramos lo que nos iguala? En lugar de entregarnos o rechazar nuestra experiencia, podemos de algún modo soltar la energía de la emoción, la cualidad de lo que estamos sintiendo, perforándonos en el corazón. Esto es mas fácil de decir que de hacer, pero es una noble forma de vivir.

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Arte de la portada por Argelia Matus. Demás arte por Luciana Corres and Alan Altamirano. Foto por Craig Dunford. Collage por Aerin Dunford.
Traducción: Vera De La Cruz Baltazar.

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