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Vi la película Coco. Fui a verla el día después de Navidad con Yeyo y el resto de mi familia. Tenía dos meses de embarazo. De hecho, me gustó mucho. Lloré al final pensando en cómo iba a crecer nuestra familia con la llegada de este bebé. Este año, escuché muchas quejas en Oaxaca sobre la comercialización y Disney-ficación del Día de los Muertos como resultado de ésta y otras películas. Mientras se aceraba el mes de noviembre, hubo un cambio tangible en la energía de nuestra ciudad. Todos los hoteles iban a estar llenos y era imposible encontrar un vuelo. El lugar estaría con máxima ocupación y eso me puso nerviosa.
Pero, no me mal interpretes, me encanta todo sobre estos festejos. Me encantan los colores: morados, anaranjados, amarillos, fucsias, negros. Me encantan los disfraces, las comparsas, la creación de altares. Me encanta la solemnidad y la celebración, todo junto en un paradójico paquete. Este es básicamente el único día feriado que celebro durante el año. Pero con el bombo publicitario en los Estados Unidos sobre el Día de los Muertos en los años recientes, Oaxaca se ha vuelto en un tipo de Meca para extranjeros durante estos días. Y este año, pues, tengo una relación bastante distinta con la muerte de la que tenía antes.